Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

domingo, 24 de junio de 2012

Dos egiptos encontrados

Publicado hoy en Berria

En Egipto, como en todo el mundo, cada persona tiene una opinión. Por eso, no se puede decir que las de Amr Mohamed Abd el Al y Jaled Salem representen a una mayoría. Estos dos jóvenes cairotas, ciudadanos corrientes, tienen una vida muy distinta y unos ideales antagónicos, pero comparten la incertidumbre y la preocupación por el futuro de su país. Amr votó a Mursi, que representa un cambio, y Jaled a Shafik, que representa la continuidad.

"Yo voté a Mursi"
En su último trabajo, Amr cobraba 30 libras (4 Euros) por trabajar 12 horas al día. Era un kiosco, de esos que hay en cada esquina del Cairo y venden cigarrillos, dulces y bebidas frescas. El kiosco cerró, y Amr está actualmente sin trabajo. De todas formas, la herida en la cabeza que le causó el ejército durante los últimos enfrentamientos violentos en El Cairo, el 5 de mayo, tampoco le permite estar tanto tiempo trabajando. Lleva ya dos operaciones y está a la espera de una tercera.

Amr en Tahrir (Click para expandir)/ Foto: Maysun
 "Desde que tengo 11 años siento que tengo un futuro negro", cuenta Amr, quien también afirma que a los 14 años solía sentarse a orillas del Nilo a leer el periódico. Después, de forma natural, llegó su primera detención cuando, según explica, "tenía 16 años" y fue a un café, donde se puso "a discutir sobre la mala situación del país, porque el gobierno no trabajaba para la gente". Amr asegura que a la media hora le detuvieron y pasó dos días en comisaría. Desde entonces, le han detenido "muchas veces".

Después, hace dos años y medio, se enroló en el grupo de los aficionados ultras del Ahly, uno de los dos equipos de futbol más importantes del Cairo, de Egipto y de África. "Quiero al Ahly y conocía a algunos ultras, ya que se formaron en Matariya. Somos una familia", cuenta. Matariya es uno de tantos distritos de la capital en los que, a excepción de las principales, las calles son de tierra. Un lugar pobre y superpoblado, que no llamaría la atención de los turistas si no albergara al árbol en que la Virgen María se detuviera en su viaje de Egipto a Palestina. Matariya es el barrio de Amr, su barrio.

Y llegó la revolución. "Si queremos algo, tenemos que buscarlo, nadie va a hacerlo por nosotros", dice Shinguma, su apodo en los ultras. Amr estuvo en Tahrir pese a que mentía a su madre, porque estaba de exámenes, y pese a lo peligroso de volver a casa caminando, y hay un trecho. "Vi a un chico morir a mi lado por el disparo de un francotirador en el Puente del Nilo, ¡podría haber sido yo!", explica emocionado. Amr fue partícipe de aquellos 18 días que alzaron la cabeza de los egipcios. "No teníamos armas, pero teníamos una idea. Queríamos un país mejor".

Poco a poco pasó la excitación de la revuelta y los militares fueron apagando los sueños de muchos. En noviembre y diciembre, Amr y sus colegas ultras jugaron su papel en la primera línea de batalla, durante los enfrentamientos con la policía. Quizás por eso, el 1 de febrero se fraguó la tragedia en el estadio de Port Said durante un partido del Ahly contra el club local. "No fui a Port Said porque estuve arrestado y me soltaron aquel mismo día. Me quedé dormido y al despertar vi las llamadas de mis amigos". Aquel día, 74 jóvenes perecieron sin que todavía haya un veredicto. Amr perdió a tres amigos del barrio. En mayo, fueron sus amigos los que estuvieron a punto de perderle a él.

"No creo en las elecciones, ¿pero qué debo hacer, quedarme en casa? Tengo que luchar en la calle, en las urnas, en las redes sociales... quiero un cambio", dice Amr. Pese a que en la primera ronda electoral votó al candidato liberal Hamdín Sabahy, en la segunda lo hizo por Mohamed Mursi, más que nada porque no quiere ver a Shafik ni en pintura."Sabes, creo que pronto me van a detener porque ganará Shafik y volveremos a la plaza", augura.

"Yo voté a Shafik"
Jaled Salem es un chico reflexivo y muy espiritual. Le gusta, dice, pensar en todo lo que sucede a su alrededor, darle muchas vueltas. Por ello, este médico interino de un gran hospital cairota, es capaz de analizar la situación de su país sin exaltación y, después, obrar en consecuencia. "Lo primero que pensé cuando me llegaron noticias de una manifestación contra la policía el 25 de enero (2011), fue que el país entraría en un episodio de violencia, caos y anarquía. La policía no tenía que haber intervenido", cuenta.

Pero este residente de Dokki, un barrio de la clase media acomodada cairota, sí que acudió a Tahrir un día en la revuelta, a "explorar". No le convenció. "Todo parecía muy bonito", relata, "pero aquella gente solo estaba de acuerdo en una cosa: echar a Mubarak". Khaled cuenta que, cuando vio las discusiones sobre cómo debería ser el país una vez derrocado el raís, sintió que "iban a llegar los problemas".

"Yo no creo en la revolución", afirma Jaled, "porque sabía lo que iba a pasar. Si miras la historia, verás que están en el poder desde 1952". Para él, el problema no está en el ejército, al que respeta, sino en "la educación, en el interior de cada uno". Además, pese a que defiende que Mubarak lo hizo "muy bien" durante los primeros años, no tiene problemas en afirmar que al final "se alejó de la gente, se rodeó de mafiosos y dejó que la corrupción creciese, haciendo que la gente empezara a sufrir".

Ser egipcio y no ser revolucionario es complicado a día de hoy. Jaled, quien asegura "respetar las motivaciones de los revolucionarios", ha tenido que pagar algunos peajes, como la pérdida de amigos del colegio. Aunque le sabe mal, no le importa demasiado, pero siente recelo de los que le atacan por sus ideas. "Yo iba colgando lo que pensaba en las redes sociales y mis amigos me atacaban. Eso no es democrático ni saludable", afirma. Pese a todo, dice que ha charlado con gente del movimiento revolucionario 6 de abril, y que a uno de ellos le llegó a decir que si todos fueran como él, se podría haber unido. "Fue una conversación positiva y respetuosa", afirma.

Jaled votó a Ahmed Shafik en la primera y la segunda ronda electoral. Para él, el proceso "ha sido limpio". Políticamente, no tiene dudas de que el ejército continuará en el poder, ya que, según cree, "aunque gane Mursi tendrán un plan b". Eso sí, afirma que en el país "nadie sabe lo que pasa entre bastidores" y que el verdadero hombre en la sombra sigue siendo Omar Suleimán, mano derecha de Mubarak y jefe del aparato de seguridad del régimen.

"Por cierto, tengo estas ideas porque he explorado. No defiendo al régimen de Mubarak ni me beneficié de él", concluye.

2 comentarios:

  1. M'agrada!! un molt bon post, així haurien de donar les noticies els informatius...desde la visió dels ciutadans. gràcies

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  2. Gràcies Bijou! No sempre ens donen espai per publicar aquest tipus de notícies, que son amb les que més gaudim. ;)

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