Una marcha para denunciar el acoso sexual en Tahrir acaba en un violento asalto y con más acoso sexual. ¿Qué tipo de enfermedad es este? Y luego muchos hombres piensan que las mujeres se lo tienen merecido, que no tienen nada que hacer en la plaza y que su lugar está en casa. Acabáramos.
Ayer, decenas de mujeres (y hombres) se reunieron para denunciar públicamente el aumento de casos de acoso sexual que ha tenido lugar en Tahrir durante la última semana. Miraditas obscenas, frases fuera de lugar, pequeños roces físicos, manos a los pechos o la entrepierna e, incluso, asaltos en toda regla de grupos de gente, pueden convertir en una pesadilla un paseo por la plaza del cambio y el progreso. Muchas mujeres han dejado de pasar por Tahrir, otras siguen alzando la voz ante lo que muchos consideran una táctica oscura y premeditada de las altas esferas para alejar a las mujeres de la protesta.
Ya nada es sorprendente
¿La teoría conspiranóica sobre la premeditación en el acoso sexual te parece una tontería? Puede serlo, pero aquí a uno ya no le sorprende nada, más cuando el gobierno (a través de la Comisión Electoral, según afirma la periodista Shahira Amin) difunde un anuncio para la televisión en el que advierte a los ciudadanos de no hablar con extraños (se entiende que extranjeros) porque puede dañar al país. ¡Todos los foráneos somos espías!
Este anuncio, comentadísimo en internet, refuerza la teoría conspiranóica que el régimen quiere propagar. Aquello de que una mano extranjera está detrás de los problemas que asolan al país. No sólo eso, también pone en peligro la integridad de las miles de personas expatriadas residentes en Egipto, especialmente de los periodistas. Por si fuera poco, sirve de gran ayuda para que remonte el turismo en el país, que ha caído en picado en el último año. El periódico Watan informa que el anuncio ha sido retirado hoy, un día después de hacerse público. Menos mal, pero ahí queda la idea, que huele a podrido.
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