Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

domingo, 1 de julio de 2012

Morsi, entre la espada y la pared

(Publicado hoy en Berria, con algunos cambios)

La carga simbólica de las apariciones públicas del nuevo presidente de Egipto, Mohamed Morsi, podría hacer pensar que la transición ha llegado a buen puerto. Primero fue en la televisión estatal, esa máquina propagandística tantas veces utilizada por el régimen de Mubarak para criminalizar a los Hermanos Musulmanes; el viernes en Tahrir, el plató de la revolución; ayer, una vez jurado el cargo en el Tribunal Constitucional, Morsi habló en la Universidad del Cairo, el mismo lugar en el que Barack Obama tendió una mano al mundo árabe y musulmán en 2009 tras años de encontronazos; También ayer, asistió ante la plana mayor del ejército en una ceremonia militar.

Sin embargo, dichas comparecencia han sido contradictorias en los detalles. Ayer, antes de que Morsi apareciera en escena en la Universidad, el conductor de la ceremonia repetía que "el ejército y el pueblo son una mano" y se lo hacía cantar a la concurrencia. Tal lema, tantas veces repetido tras los días que acabaron con Mubarak, es el contrario que los seguidores de Morsi cantan estos días en Tahrir: "Que caiga el poder militar". En la misma plaza Tahrir, el viernes, Morsi apareció escoltado por cientos de miembros de las fuerzas de seguridad que unos meses antes habían hecho derramar la sangre de los revolucionarios. Las mismas que le arrestaron el 28 de enero de 2011, el "viernes de la ira" de la revolución.

Morsi ha repetido una y otra vez que la revolución sigue viva, pero es consciente de que su presidencia está a la sombra de los militares. Por ello va lanzando cuñas en sus discursos, glorificando la grandiosidad de las fuerzas armadas, pero asegurando que pronto volverán a su verdadero lugar, que es el de proteger el país. De momento, ayer tuvo que torcer el brazo al jurar el cargo ante el Tribunal Constitucional, cuando se había cansado de decir que lo haría ante el Parlamento. Juró ante el mismo tribunal, por cierto, que disolvió la cámara legislativa. 

Una vez finalizados los actos protocolarios, con los que en teoría se cumplía la promesa de la junta militar de ceder el poder a los civiles antes del 1 de julio, empieza la verdadera batalla política de los Hermanos Musulmanes. En su agenda queda utilizar la presidencia para discutir el poder a los militares, que se lo aseguraron mediante unas enmiendas constitucionales hace dos semanas. El poder legislativo, en manos de los generales, podrá vetar cualquier decisión presidencial.

"El ejército está ahí"
"El nuevo presidente es una buena persona y un hombre respetable" decía ayer Mina Hani mientras seguía por el televisor el discurso del nuevo presidente en la Universidad. Pese a ser cristiano, Hani asegura no tener miedo de que el presidente sea un hermano musulmán "porque todo el mundo le va a estar vigilando". Para él, todo el proceso electoral es "un paso adelante para el país", ya que "Morsi ha sido elegido por el pueblo", lo que significa un "cambio en la arena política". 

Eso sí, Hani es consciente de que "el ejército está ahí" y sigue controlando el país y su economía, por lo que asegura que "la revolución continua". En un análisis más profundo, este joven de 27 años justifica la elección de la cofradía islamista porque "a la gente le gustan aquellos que han sido perseguidos", aunque a su vez no cree que el futuro pase por ellos ahora que están ahí arriba. De todas formas, dice Hani, "la gente egipcia no tiene orientación política y está acostumbrada a aplaudir al ganador", con lo que cualquier cosa podría pasar.

Arma de doble filo
En declaraciones a la agencia Reuters, un miembro de la junta militar no identificado aseguró que si los Hermanos Musulmanes "quieren imponer la ley islámica, el ejército salvará al país". El general aseguró que "el ejército no permitirá que el país sea conducido en la dirección equivocada",  a la vez que afirmó que la hermandad "debe saber que las fuerzas armadas son el pilar de la estabilidad y que la Constitución así lo debe reflejar". Así, Morsi se enfrenta a la triple misión de agradar a la calle revolucionaria, a sus seguidores más conservadores y a los generales.

Por ello será clave la redacción de la carta magna, que es el próximo paso que deberá afrontar el país. Para su redacción, la asamblea constituyente surgida del parlamento disuelto todavía no ha recibido la aprobación de los militares, que se guardan el derecho de anularla y formar una nueva. Morsi se ha rodeado para la batalla política que se augura para los próximos meses de personajes de la izquierda liberal y es posible que nombre a un cristiano y a una mujer en su gabinete. Está por ver si todos juntos, apoyándose en la presión popular, pueden hacer que ceda el ejército, cosa que parece improbable después de 60 años en el poder. De momento, los Hermanos Musulmanes siguen en Tahrir hasta que, según dicen, caiga el poder militar.

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