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jueves, 14 de abril de 2011

El ejército dirige la transición

Mucho se especula sobre el papel de las fuerzas armadas en la transición democrática que vive Egipto. Si bien es cierto que centenares de jóvenes han sido detenidos desde la caída de Mubarak por comentarios contrarios al ejército y en el curso de algunas de las concentraciones de la Plaza Tahrir, no lo es menos que su papel fue fundamental para sacar al emperador de su trono.

Hace ya dos meses que Mubarak, arrestado esta semana, dimitió. Desde entonces, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, Mohammed Tantawi, asume de facto la presidencia del país. Oficialmente, el ejército no se cansa de repetir que cederá el control del estado al gobierno que surja de las urnas el próximo mes de noviembre y que su papel es el de "proteger la revolución".

El Consejo Militar promulgó hace dos semanas una ley que prohibía las manifestaciones y las concentraciones cuando éstas pudieran alterar el curso normal de la vida pública. Parte de la juventud revolucionaria, que veía como Mubarak y sus hijos seguían en su villa de Sharm el-Sheij, empezó a creer que la revolución podía estancarse e involucionar. Las primeras divisiones entre las masas emergieron entre aquellos que creían en el papel del ejército y los que apremiaban con continuar protestando hasta que las demandas se cumplieran. En Tahrir, entonces, se escucharon gritos contra Tantawi.

Un oficial del ejército, en declaraciones anónimas al periódico Al Ahram, asegura que su papel es el de garantizar el cumplimiento de la ley actual (recordemos que el pueblo votó en referéndum a favor del cambio de 9 puntos de la Constitución). Por ello cargó contra los manifestantes de Tahrir el pasado viernes al saltarse éstos el toque de queda (de 2h a 5h), y por ello, también, ha dejado actuar a las instituciones civiles en el caso del arresto de Mubarak y sus hijos.

Diversos analistas de los medios de comunicación egipcios creen simplemente que mientras que los jóvenes tienen mucha fuerza y prisa en ejecutar los cambios esperados, el ejército debe asegurar cada paso que da, cosa que hace que unos y otros no vayan exactamente de la mano. También alertan del papel de elementos contra-revolucionarios dispuestos a lograr la división entre el pueblo y el ejército a través de la provocación de incidentes o de la difusión de bulos.

Sea como fuere, el ejército no es visible en las calles, a excepción del toque de queda nocturno, y ni mucho menos actúa como lo hacía el servicio de policía, el mayor órgano de represión del antiguo régimen. Además, la reciente detención de Mubarak ha calmado los ánimos de la gente, que sigue muy atenta para evitar el fracaso de su revolución.

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