Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

jueves, 25 de agosto de 2011

Israel en el Sinaí

"Siempre decimos que éste es el mejor sitio de Israel", cuenta Sharon mientras sus dos hijas se duermen y su marido Yoval se fuma un porro de hachís a orillas del Mar Rojo. Lo sorprendente de tal afirmación es que el austero campamento en el que pasan unos días de vacaciones no está en Israel, sinó en algún punto entre Taba y Nuweiba, en el península egipcia del Sinaí.

El Estado hebreo invadió el triangulo desértico, aunque tiene montañas de hasta 2.600 metros, que se extiende entre el Canal de Suez y las aguas del Golfo de Aqaba durante la guerra de los Seis Días de junio de 1967. A partir de entonces lo llenó de infraestructuras e hizo aflorar pequeños asentamientos a lo largo de su costa oriental, hasta que tuvo que devolverlo a Egipto entre 1979 y 1982 en virtud de los acuerdos de Camp David que sellaban la paz entre los dos enemigos. Durante todo este tiempo convivieron con los beduinos locales, de costumbres nómadas.

No por ello los israelíes dejaron de acudir a las costas coralinas de Sharm el Sheikh, Dahab o Nuweiba, auténticos remansos de paz y tranquilidad a pocos kilómetros de la frontera. Campamentos en la playa de gerencia beduina, pequeños albergues para mochileros y grandes hoteles de cadenas multinacionales se multiplicaron durante años en las costas, asegurando desconexión a los visitantes de cualquier nivel adquisitivo.

Durante años el negocio floreció y los campamentos se multiplicaron creando la inevitable burbuja immobiliaria. En la zona de Ber Sweer, por ejemplo, en apenas 3.000 metros de playa se cuentan hasta 29 negocios turísticos. Todos contentos hasta que entre 2004 y 2006 un serie de atentados se llevaron por delante a decenas de personas, muchas de ellas israelíes, haciendo recordar a todos que el paraíso se puede tornar en infierno en cualquier momento y en cualquier lugar cuando hablamos de Oriente Medio.

"Yo estaba en este mismo lugar cuando las bombas de Taba, en 2004. Fue un momento caótico y todos los israelíes que estabamos por aquí nos fuimos corriendo a la frontera", recuerda Yoval mientras apura su canuto. Aquel día, en el Hilton de Taba, cuya entrada se encuentra a cinco metros exactos de la frontera entre Israel y Egipto, murieron 31 personas. Tres más perecieron en otros ataques más al sur, en un punto llamado Cabo de Satán.

Y de la plena ocupación de antes de las bombas a la decadencia actual. La mayoría de los campamentos están cerrados, así como muchos de los resorts de alto standing. Esqueletos de hoteles en construcción paralizados ejemplifican la humillante degradación del litoral, y sólo los carteles de bienvenida escritos en hebreo recuerdan que el Sinaí fue la zona vacacional preferida por Israel. Los beduinos ahora ya viven en sus pueblos, relegados históricamente a un segundo plano por las políticas de su país. Los que trabajan en los campamentos se dirigen al foráneo en hebreo.

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