Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Un oasis en el desierto

Los 300 kilómetros que separan la localidad mediterránea de Marsa Matruh y el esplendoroso oasis de Siwa - el mayor de Egipto- transcurren dirección sur por el yermo desierto occidental. La carretera que une los dos puntos separa, a su vez, la vida moderna del país de uno de los enclaves que menos ha cambiado en sus costumbres a lo largo de los siglos. Siwa está lejos de todo, en mitad de ninguna parte.

Hablamos, por tanto, de un lugar tradicional. En Siwa, por ejemplo, se habla un dialecto berber, los hombres visten blancas galabiyas y las mujeres viven enclaustradas, aprendiendo cuando son pequeñas los requerimientos de la vida conyugal (las raras veces que se hacen visibles por la calle, siempre con un velo integral azul, van acompañadas por algún familiar varón). Un mundo de hombres, a simple vista, donde el poco turismo de desierto que recibe no ha eclipsado al dátil como rey del sustento.

En este escenario, bucólico en lo paisajístico, hay que decir, vive Nabil Faiz, quién dice ser el único habitante cristiano del oasis. A sus 57 años, hace 37 que vive en Siwa con su mujer, con quien tiene cuatro hijos y dos hijas. "La gente no me quiere aquí", se lamenta, "y mis hijos tienen que aprender el Corán en la escuela".

Nabil afirma que regentaba dos tiendas de marroquineria para turistas hasta que llegó la revolución. "Cuando se fue la policía, creo que el 31 de enero, el alcalde ordenó destruir mi tienda, en la parte delantera de la casa, bajo la excusa de que quería nivelar la calle", asegura (en la foto: Nabil ante su casa). Nabil dice haber trabajado en el campo, de peluquero, cambiando dinero y en el turismo, hasta que pudo montarse su negocio hace siete años. Hoy pasa los días vendiendo tabaco desde una pequeña ventana de su casa, tumbado en la cama y mirando la tele en solitario, pues mujer e hijos pasan el verano en casa de unos familiares en Matruh. "Sobre la revolución sólo sé que ahora tengo dos tiendas menos", ironiza.

No és el único que ha tenido problemas con la revolución, que presumiblemente no cambiará mucho el panorama en Siwa. Ahmed, de 29 años, trabaja desde los 10 en el turismo y se queja de que "antes había excursiones al desierto cada día y ahora hay una a la semana". Ahmed deberá ponerse a trabajar en la campaña del dátil por 20 libras al día (2,5E), mucho menos de lo que gana conduciendo a los turistas con su jeep por el desierto. "És el peor momento en los 19 años que llevo trabajando en el turismo", concluye.

Pero además de su versión antropológica, Siwa és también un lugar con historia. Aquí, por ejemplo, el Oráculo de Amón (foto) divinizó a Alejandro Magno y el persa Cambises II perdió a un ejército de 50.000 hombres, según narró Heródoto. Se trata, en definitiva, de un oasis placentero e idílico para el visitante, con piscinas naturales y caminos entre palmeras que conducen a lagos salados y a atadeceres inolvidables. Otro mundo si se compara con el ajetreado Egipto del Nilo.

Anexo

Según recoge el antropólogo local F. Malim en su libro 'Mujeres de Siwa sin pañuelo', algunas de las diferencias entre hombres y mujeres son las siguientes:

- Las mujeres no pueden viajar solas fuera de Siwa para trabajar, estudiar o cualquier otro motivo.
- Las mujeres no pueden salir de casa solas de noche.
- Las mujeres limpian la ropa, la casa y cocinan. Los hombres trabajan en el campo.
- Las mujeres hacen artesanías, los hombres nunca.
- Los hombres pueden llevar carros de burros, bicicletas, coches y motos.
- Los hombres pueden jugar al futbol y bañarse en las piscinas.
- Los chicos pueden hablar con chicas que vengan de Alejandría o Marsa Matruh a Siwa o con turistas, pero de ningún modo las mujeres pueden hablar con foráneos.
- Los hombres pueden fumar en público. Las mujeres ni en público ni en privado.
- Los hombres se pueden sentar con sus amigos en cualquier restaurante o café. Las mujeres no.
- Los chicos no necesitan permiso para salir. Las chicas lo necesitan y deben volver a casa antes de anochecer.
- Los hombres escogen a la mujer para su compromiso matrimonial, pero la mujer tiene el derecho de aceptarlo o no si es suficientemente mayor.
- Los chicos pueden quedarse solos en casa o tener una propia, mientras que la mujer vivirá con su padre o con su marido.
- Si una chica quiere ir a alguna parte, deberá ir acompañada de su hermano.
- Los chicos pueden vestirse como quieran, las mujeres deben llevar ropas amplias y pañuelo, y no pueden llevar perfume cuando salen a la calle.
- Los hombres pueden ir a la mezquita. Las mujeres rezarán en casa.
- Los hombres se pueden cortar el pelo cada mes, pero las mujeres nunca se lo cortarán, pues los hombres prefieren a las mujeres con pelo largo.

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