Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

lunes, 8 de agosto de 2011

Más sombras que luces

Artículo publicado en Berria el pasado 4 de agosto con el título 'Argiak eta itzalak'. El artículo fue publicado en euskara, así que cuelgo la versión que envié en castellano:

Más sombras que luces en la transición egipcia

Las calles de El Cairo parecían está mañana más tranquilas de lo habitual. En parte por ser Ramadán, en parte porque todo el mundo está pendiente del juicio a Hosni Mubarak, sus dos hijos, el ex ministro del interior y seis oficiales de los servicios de seguridad. Finalmente, casi seis meses después de que resignara a su cargo de Presidente, el pasado 11 de febrero, Mubarak aparecía en una camilla, vestido del blanco de los acusados, dentro de una celda habilitada para la ocasión.

Pese a que la mayoría de los egipcios se alegran de lo que han visto hoy, no todos esperan resultados positivos. "Es un gran espectáculo que han montado para calmar a la gente, pero no lo van a conseguir", relata Hazem Hader, un joven "muy liberal" que trabaja en el turismo y que estuvo presente en la plaza Tahrir durante los 18 días que acabaron con el reinado del faraón. Hazem lo dice por las dudas que han planteado entre los revolucionarios los seis meses de mandato provisional del Ejército, marcados por el secretismo, que deberían desembocar en las primeras elecciones libres en la historia del país el próximo mes de noviembre.

La comunión inicial entre el pueblo y el ejército se ha ido quebrando poco a poco, llegando a plantear dudas sobre las intenciones de las fuerzas armadas. "Las cosas no han ido a mejor, y en algunos casos han ido a peor" asegura Nadim Mansur, director ejecutivo del Centro Egipcio de Derechos Económicos y Sociales. Se refiere a las violaciones de derechos humanos por parte del ejército, como torturas, el uso de la violencia contra manifestaciones pacíficas, los enjuiciamientos en tribunales militares de unos 10.000 civiles y el intento de controlar los medios de comunicación. "En esta transición, liderada en parte por el antiguo régimen, es el ejército quién manda y quién quiere preservar sus intereses", dice Mansur, que recuerda los negocios que en este país tienen los militares.

A los 847 muertos de la revolución, durante este medio año, se le han sumado las tensiones interreligiosas, el desplome de la economía, constantes huelgas de trabajadores y un sinfín de demandas de los distintos actores sociales. Han sido meses de un toma y daca constante entre el Gobierno provisional y los revolucionarios, que no han dudado ni un instante en volver a Tahrir cuando han visto que sus demandas caían en saco roto. "Estamos en una transición muy difícil, y no está claro que sea hacia la democracia", Asegura Nadim Mansur.

Hasta hoy, los pocos juicios a altos cargos del antiguo régimen habían acabado en absolución o en condenas mínimas. Sólo un oficial de seguridad había sido condenado, en absentia, y apenas 669 oficiales de los cuerpos de seguridad habían sido relegados de sus puestos de trabajo. La sensación en la calle es que aún queda mucho por limpiar en las instituciones y que los que ahora mandan no tienen un gran interés en hacerlo. A modo de ejemplo, cabe mencionar el nombramiento de un nuevo ministro de información, conocido mubarakista, hace unas pocas semanas. El Mariscal Tantawi, líder del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, al frente del país, aseguró tras la revolución que el puesto quedaría vacante hasta la composición del nuevo gobierno en las urnas.

Espectro político
La ilegalización del Partido Nacional Democrático de Mubarak y una nueva ley de partidos han abierto el abanico político egipcio. Así, han surgido decenas de partidos, con ideologías más o menos claras pero sin programas fuertes y definidos. Nadie duda de que los grandes beneficiados de todo ello son los Hermanos Musulmanes, los únicos que gozan de una estructura fuerte y consolidada de afiliados a lo largo y ancho del territorio. Ellos consiguieron, por ejemplo, que se aprobase el referéndum del 9 de marzo, que incluía la preservación del artículo de la Constitución que dice que las leyes del estado están basadas en la religión islámica. Además de este punto, se aprobó que la nueva carta magna se escribiría una vez formado el Parlamento, lo que llevo a una coalición de 58 partidos políticos, meses después, a pedir que se redactara antes de las elecciones para que no dependiera de las mayorías parlamentarias.

Los islamistas, por tanto, han salido beneficiados de la situación, según Mansur. "Ellos tienen una base y los nuevos partidos aún no han tenido tiempo para echar raíces", espeta. Lo cierto es que, aunque hayan participado de la revolución, son los más próximos a las posturas del ejército, con quien han mostrado simpatía recíproca en varias ocasiones. Suya fue, de los islamistas, la demostración de fuerza más grande de la transición el pasado viernes, cuando reunieron en Tahrir a más de un millón de personas al grito de "Egipto islámico", mostrando su intención de imponer la ley islámica en el país y menospreciando a los jóvenes seculares. Hazem estuvo en aquella manifestación, sin camiseta, mostrando su rechazo a la islamización del país. Indignado, desea "que no ganen, porque quieren apropiarse de lo que hicimos todos juntos en invierno. Son unos hipócritas". Tampoco se muestra contento con el resto de partidos políticos, de quienes asegura que "lo único que quieren es hacerse con una parte del pastel".

Muy pocos tienen claro hacia dónde se dirige el país, y muchos ven más sombras que luces. Nadim Mansur cree que "llevará muchos años consolidar un nuevo sistema, ya sea verdaderamente democrático o autoritario otra vez". Para él, "las elecciones son un paso importante, pero la democracia es un sitema complejo que no se basa sólo en ir a votar". Para llegar a ella, asegura "que hay que cambiar las costumbres de la gente". No obstante, en el lado positivo y pese a las múltiples dudas que despierta la transición egipcia, hay una cosa que ha cambiado a mejor. Nadim y Hazem coinciden en que ahora "se puede alzar la voz y presionar". Hazem asegura que no sabe qué pasará con el futuro del país, pero que volverá a Tahrir "tantas veces como sea necesario"

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