Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

martes, 26 de julio de 2011

Reflexión personal

A punto estamos de dejar el mes de julio para adentrarnos en agosto, que este año coincide con el Ramadán. Será casi un mes de ayuno durante las horas de luz, dejando la noche para el disfrute, la comida y, en general, la vida. Buena falta hace que así sea, pues aunque uno quiera, el astro rey no deja que te muevas con facilidad en sus horas de máximo apogeo.

En estas estamos, con una situación 'revolucionaria' que a veces parece muy oscura y otras menos deja entrever algo de luz. Ayer hizo seis meses desde que los egipcios salieron a la calle para protestar, mirándose en el espejo tunecino, e intentar acabar con el régimen que les había estado aplacando durante 30 años, o 59. Había esperanza, pero pocos imaginaron que acabaría ocurriendo lo que ocurrió.

Pero, ¿qué ocurrió? Cayó Mubarak, cierto. Pero, ¿cayó con él el régimen y las costumbres adquiridas a lo largo de los años en las altas y medias esferas de la administración del Estado?. Lo cierto es que en un principio hubo una enorme comunión entre el Ejército (que obligó a Mubarak a rendirse) y el pueblo, pero esa comunión ha ido poco a poco quebrándose, como también las relaciones entre los distintos actores revolucionarios, y han convertido la situación en un sálvese quién pueda.

No hay orden ni consenso, el ejército actúa como antaño en muchas ocasiones y el pueblo se divide en el reclamo de sus necesidades. Unos quieren más y otros quieren menos, mientras otros lo único que quieren es poder ganarse el pan y dejarse de una vez de revoluciones. Ahora viene Ramadán, momento ideal para la reflexión profunda, individual y colectiva.

Los retos de Egipto son enormes. El territorio y sus recursos son los que son: el Nilo y un 97% de desierto. La población, que raya los 85 millones de personas, crece exponencialmente y los errores que se cometan en esta transición serán yugos en la mochila de las próximas generaciones. Costará sacarse de encima la cultura del 'yo primero', pero el esfuerzo tiene que valer a pena.

1 comentario:

  1. Excel·lents reflexions, amic. Tant de bó el dejú els ajudi a clarificar el panorama. Abraçades, a menys d'una setmana de perdre'm a Lagunilla! ;-)

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