Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Egipto visto con ojos de mujer

Reportaje publicado en Berria el viernes 16 de diciembre bajo el título: Apartadas de la revolución.

La revolución no ha supuesto de momento en Egipto un paso adelante en los derechos de la mujer y su escasa participación política se ha visto reflejada en los primeros resultados electorales. Cuatro mujeres brillantes explican cómo ven su país y su revolución y nos explican qué significa ser mujer.


En los carteles electorales del partido salafista Nur, que representa el Islam más conservador y es de momento la segunda fuerza más votada en Egipto, no aparecen fotografías de mujeres. No se han saltado la ley, que obliga a que haya mujeres en las listas, pero prefieren poner el logo del partido al rostro femenino, que de aparecer lo haría cubierto por un nicab. Las mujeres en este partido, y en muchos otros, ocupan los últimos lugares de la listas, aquellos que tienen escasas posibilidades de salir elegidos. Sólo tres se han asegurado un asiento en el parlamento tras la primera de las tres rondas electorales.

La nueva ley electoral propuesta por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que rige el país desde la caída en febrero de Hosni Mubarak, eliminó la llamada cuota femenina de 64 asientos en el parlamento. La ley también hizo oidos sordos a las propuestas del Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer, que pedía una mujer por cada dos hombres en las listas. Así, de las 212 candidatas que acudieron a las urnas en listas de partidos el 28 y 29 de noviembre, tres irán al parlamento. Por su parte, ninguna de las 164 candidatas individuales que concurrían consiguió el apoyo necesario de los ciudadanos. No habrá representación femenina de los dos partidos más votados: Libertad y Justícia, de los Hermanos Musulmanes y Nur, de los salafistas.

Naiera Ellethy coordina el Centro Nakib para la Enseñanza y el Apoyo Democrático, una organización que cuenta con 13.000 abogados monitoreando las elecciones egipcias. Naiera argumenta que los partidos "ven un riesgo en poner a las mujeres en los primeros puestos de las listas porque quieren votos y las mujeres no los dan". Esa es la percepción de la gente, que debate sobre la belleza de las candidatas cuando ve su propaganda electoral y ni se plantea su idoneidad para el puesto. "Las leyes de Mubarak en favor de la mujer (como la cuota de 64 escaños en el parlamento) eran un paracaídas para quedar bien, no había educación en la calle", explica Naiera, que cree que "ha llegado el momento de añadir la cuestión del género en el trabajo de los medios de comunicación y las oenegés" para revertir la situación.

Ante las cifras es fácil afirmar que la participación política de la mujer en Egipto es anecdótica y que la revolución no ha cambiado las cosas, de momento, en un país donde los hombres se creen los únicos capacitados para hablar y decidir. No obstante, en la icónica plaza cairota de Tahrir se han visto durante estos meses muchas mujeres, con velo o sin él, pidiendo la libertad al lado de los hombres. Naiera Ellethy asegura que las cosas desde febrero "han ido demasiado a peor", y no sólo en la actitud de los hombres, sinó también en la de muchas mujeres que creen que la política no está hecha para ellas. "Queda mucho camino por recorrer", afirma mientras se pregunta hacia dónde puede virar un país gobernado por los islamistas.

Ser mujer en Egipto
"El problema en Egipto es que la mujer no está bien preparada. Aunque pueda leer y escribir, no está bien educada", afirma la doctora Habiba Wasef, que a sus 77 años sigue trabajando en el campo de la salud y la nutrición como consultora. "No se trata de pedir derechos para la mujer, sinó de darle las herramientas necesarias para que se construya su camino y pueda elegir, ya sea en casa formando una familia o en el mundo profesional", explica. "Si la mujer elige el matrimonio a su carrera no se puede decir que no quiera avanzar, porque socialmente no estamos en el punto de poder decir 'bién, si mi marido no me apoya, me divorcio'... es un tema cultural".

La doctora Wasef ha trabajado en el cuerpo diplomático egipcio, en las Naciones Unidas y en la Organización Mundial de la Salud, además de trabajos esporádicos para otros organismos. "Sí, he tenido que hacer más por ser mujer", responde tajante a la pregunta. "Una mujer tiene que cuidar mucho su vida profesional y no cometer errores en su conducta, es vulnerable y debe ser intachable para progresar. Como mujer tienes que demostrar en todo momento que puedes ocupar tu puesto". Wasef afirma que esto es válido para los altos cargos por los que ella se ha movido, lejos del rol de la mujer egipcia pobre y rural, de entorno islamista y conservador. Pese a ello, conoce bien el terreno porque su trabajo de campo le ha llevado a él y puede afirmar que para la mujer "es dificil cambiar su destino". La cuestión reside en "luchar contra el viento", afirma, y aprovechar los resquicios de libertad sin saltarse las normas sociales. "Lo importante es estar ahí, en el espacio público, en la universidad, con velo o con nicab si hace falta".

Egipto es un país pobre y la doctora Wasef, especialista en nutrición, no deja pasar la oportunidad para plantear el que para ella es el verdadero problema de las mujeres egipcias: la malnutrición. "Alimentan a sus hijos y a sus maridos y no les queda para ellas, con lo que comen pan. A base de pan, llegamos a la obesidad, que afecta al 70% de las mujeres, y todos los problemas que conlleva", expone Wasef, que asegura que "la mujer egipcia no se da importancia y descuida su salud". ¿Sobre el futuro del país? "No se puede cambiar el destino en un día, pero preocupa mucho la contaminación, la nula planificación y la poca atención pública hacia la salud de los niños", concluye.

Activismo
Karima Mansur es doblemente activista. Por un lado ha estado en la calle y ha creado junto a otros colegas la Coalición Independiente de Arte y por el otro es mujer, profesional y brillante, en un mundo desconocido en Egipto como la danza contemporanea. "Ser mujer y artista te convierte en activista en este país. Ves que la gente piensa que eres esto o lo otro cuando les dices que eres bailarina", cuenta Karima, que asegura que su profesión le acarrea un peso a nivel social que tiene que cargar "diariamente". Todos esos tabús han hecho de la nueva directora artística del programa de arte contemporaneo de la ópera del Cairo una mejor profesional, según dice, porque son "un camino para hacer visible tu trabajo y cambiar la percepción popular".

Pese a no considerarse feminista por "desconocer el significado de la palabra", Karima cree en el poder de la mujer. "Las mujeres están al frente de la revolución aunque a veces no se vea. Cuando pienso en Tahrir, sólo veo a mujeres chillando, apoyando y aportando ideas. Son más inteligentes que los hombres", afirma. Pese a ello, cree que el activismo no tiene nada de heroico, que es algo que se debe hacer "porque estás en ello y estás sufriendo". Karima asegura que, pese a las dudas que plantea el consejo militar, Egipto está mucho mejor que hace 10 meses porque la gente se ha despertado: "nos habíamos vuelto apáticos, habíamos perdido la esperanza y no teníamos confianza, así que en ese sentido hay un cambio positivo".

Desde los medios de comunicación
Shahira Amin es una mujer fuerte. Durante la revolución dejó su trabajo, harta de que la televisión oficial egipcia para la que trabajaba le ordenara ir a cubrir las manifestaciones en favor de Mubarak. Luego volvió porque le ofrecieron entrevistar a Hillary Clinton y creó polémica al ser la primera periodista en entrevistar al soldado israelí Gilad Shalit cuando Hamás le liberó hace pocos meses. Shahira niega haber tenido problemas por ser mujer para labrarse su carrera, pues "el periodismo está liderado por las mujeres en Egipto", pero no tiene problemas para sacar los trapos sucios del periodismo oficial, "arma propagandística del régimen". El problema para ella no ha sido cuestión de género, sinó profesional, porque se ha movido siempre cerca de las líneas rojas establecidas por el régimen y ha hablado de tabús en el país como la mutilación genital femenina, los refugiados sudaneses, los tests de virginidad del ejército a un grupo de activistas... Su periodismo, por ejemplo, le ha traído amenazas en forma de mensajes en el teléfono: "Concentrate en tu familia o lo perderás todo", cuenta Shahira que recibió una vez.

Pese a centrar su discurso en las maldades del régimen, Shahira ofrece su visión de la situación de la mujer, del país y la revolución. Para empezar, asegura que "la cultura machista es parte de la sociedad, cosa que precisa de reeducación". Shahira vivió en Tahrir "un punto de inflexión para la mujer, pués estaban en primera linea", pero prontó se desencantó. "En la plaza fundaron el Consejo de Sabios para negociar con las autoridades el referéndum sobre los cambios constitucionales y no invitaron a ninguna mujer; en el gobierno de transición sólo había una mujer, ¡y del antiguo régimen!", explica. Shahira advierte del "riesgo" que supone un gobierno islamista con su ley islámica y sus consecuencias para las mujeres. "Tuvimos ciertas mejoras con Mubarak, como la lucha contra la mutilación genital femenina, y existe el riesgo de que se pierdan", afirma. En cualquier caso, Shahira no está muy preocupada porque sintió "que la energía estaba ahí, que había mucho activismo femenino y que las mujeres se han enrolado en los partidos y sienten que el país les pertenece". "Es irreversible, no nos podrán tirar para atrás", concluye tajante.

1 comentario: