"Hay más restricciones que antes de la revolución"

Publicado en Berria el 22/01

Shahira Amin (El Cairo, 52 años) se ganó el corazón de los egipcios cuando dejó su trabajo en la televisión pública durante la revolución, al no estar de acuerdo con la cobertura de los hechos. Poco después volvió a su canal en inglés, en el que permanecía desde mediados de los 90, para entrevistar a Hillary Clinton y conducir un programa semanal de actualidad. Más tarde se convirtió en villana en Israel por una polémica entrevista al soldado israelí Gilad Shalit, retenido por Hamás en la franja de Gaza durante cinco años, al ser éste liberado.

Colaboradora freelance para la CNN desde el año 2000, Amin ha participado en programas de prestigio como el 'Hard Talk' de la BBC y sigue practicando el periodismo comprometido que le ha llevado a estar en el punto de mira de las autoridades egipcias. Sin pelos en la lengua, esta mujer de casta nos cuenta cómo funciona una de las armas más poderosas de cualquier régimen: la televisión pública.

¿Por qué dejaste tu trabajo en la televisión pública durante la revolución?
Porque no podía contar los hechos de Tahrir. La historia se estaba escribiendo a tres minutos del edificio de la televisión y me pedían que fuese a cubrir las manifestaciones en favor de Mubarak. Si no podemos explicar las cosas, ¿cómo podemos ser periodistas? Tenía las manos atadas y ellos estaban llamando a los revolucionarios anarquistas o agentes extranjeros. Era una traición y no quería tener la sangre de los mártires en mis manos...

Pero volviste al cabo de un par de meses...
Volví porque me ofrecieron una entrevista con Hillary Clinton y pensé que si en realidad quería un cambio, necesitaba una plataforma. Además tengo el control sobre mi programa. Creía que sería un nuevo periodismo libre, pero no lo siento así. Está la misma gente con la misma concepción mental... La televisión oficial tiene que ser depurada. Tiene que dejar de ser una máquina propagandística.

¿Cómo funciona esa máquina?
En cualquier régimen autoritario, los medios de comunicación públicos son una herramienta propagandística para mantener el poder. Es el caso de la televisión egipcia. Tiene 43.000 empleados, ¿te lo puedes creer?. En la mayoría de los casos los trabajadores no están cualificados y son contratados dependiendo de quién los recomiende... No son periodistas y creen que tienen que aplaudir al gobierno. Practican la autocensura, no saben hacerlo de otra manera.

¿Qué significa ser periodista en esas condiciones?
Que estás maniatada. Antes de la revolución me hacían firmar papeles conforme lo que yo decía en antena era bajo mi propia responsabilidad, aunque nunca me pasó nada. Cuando se trataba de hablar de Mubarak, había una línea roja que no podías cruzar. Pesa a todo, rompí muchos tabús, como la mutilación genital femenina, problemas sectarios entre cristianos y musulmanes, los refugiados sudaneses. La única vez que me tenía que retirar era en los procesos electorales porque sabía que no podía decir lo que veía y podía perder mi credibilidad. Me cogía vacaciones cuando había elecciones.

La revolución habrá cambiado las cosas en el panorama mediático...
Sí, se vió una diferencia. Muchos canales independientes vieron la luz (antes también los había pero dirigidos por hombres de negocios cercanos al régimen). Vimos canales haciendo oposición por primera vez, ya no sólo había una voz y podíamos escuchar a miembros de la oposición hablar libremente. Hay un ambiente más vibrante y más diversidad, algunos canales muy buenos y bastantes debates son muy creíbles y duros. Hay presión y se cuestiona a las autoridades.

¿También en los medios públicos?
Eso es otra cosa. Perdieron su credibilidad durante los días de la revolución y siguen por el mismo camino, poniendo límites en lo relativo al ejército y practicando la autocensura. Me da la sensación de que hay más restricciones ahora desde arriba que antes de la revolución. Antes me dejaban trabajar tranquilamente y ahora se revisan todos mis programas antes de emitirlos.

Es decir, poco ha cambiado...
Las líneas rojas volvieron. Ahora no puedes decir nada sobre el ejército sin aprovación previa. También nos dijeron en su momento que no íbamos a tener ministro de información, es decir, de censura, pero lo pusieron y prohibió las licencias para nuevos canales. Decía que todo aquél que difundiera rumores o incitara a la violencia sería castigado... Si no tenemos una prensa libre no tenemos democracia.

Lo dicho, una arma propagandística
Vivimos una terrible manipulación el día de las manifestaciones de los coptos (el 9 de octubre 26 personas murieron, mayormente cristianos, en enfrentamientos con el ejército). La televisión dijo que los cristianos estaban atacando al ejército e incitó a la gente a ir a luchar.

Por aquello detuvieron al famoso activista y blogger Alaa Abd el Fatah.
Es intimidación a los periodistas, a quien se intenta asustar. Cada vez que cojen a uno y lo envían al fiscal militar o meten a un blogger en la cárcel, están enviando un mensaje.

Divide y vencerás...
Ahora están poniendo a la llamada 'mayoría silenciosa' contra los revolucionarios en nombre de la seguridad y la estabilidad. Lamentablemente lo están consiguiendo. El otro día, por ejemplo, la televisión cubrió los actos de la Navidad Copta, pero omitieron los gritos de la gente contra el régimen militar, que sí salieron en otros canales. Las cosas sólo se cubren con un punto de vista: el oficial.

Usted fue la primera en provar que el ejército hizo tests de virginidad a 17 muchachas detenidas en marzo durante una manifestación en Tahrir.
Cuando llamé al general militar pensé que me lo iba a negar porque llevaban dos meses negándolo, pero su respuesta me sorprendió. Me dijo que aquellas no eran sus hijas o las mías, sinó que eran chicas que habían dormido en la plaza Tahrir con los hombres, como diciendo que se lo tenían merecido. [Por hablar de ello] Recibí un mensaje por facebook que decía: "Céntrate en tu familia o lo perderás todo".

¿A dónde se dirige Egipto?
No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que habrá una segunda revolución el 25 de enero (primer aniversario de la revuelta). La gente irá a la plaza a pedir el fin del mandato militar porque queremos que pasen cosas, pero queremos hacerlas bién. El ejército dice que se irá en junio pero tenemos a varios de sus candidatos concurriendo a las presidenciales. Parece que quieren mantenerse ahí. En el país hay gente que cree en el ejército y gente que no.

El Islam político acaba de arrasar en el Parlamento.
Queríamos un estado secular y ahora parece que habrá un presidente militar y la ley islámica, pero es la decisión de la gente. Ahora tenemos que ver cómo lo van a hacer. Creo que los islamistas están bien representados en la sociedad y si alguien intenta arrinconarlos se radicalizarán. Tenerlos bajo los focos les hará más moderados, creo que merecen una oportunidad.