Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

lunes, 30 de diciembre de 2013

#MarcTesperem

Artículo de opinión publicado en la edición online de El Periódico de Catalunya

Recuerdo que cuando Sicom me propuso dar una charla sobre Siria, pensé que no quería hacerlo solo. Nunca se me ha dado bien hablar en público, así que les propuse que vinieras tú también. ¿Quién mejor que un reportero curtido en mil batallas para dar una charla sobre una guerra como la de Siria, que tan bien conoces? Con toda la humildad del mundo y sin tener ninguna necesidad, aceptaste encantado la propuesta y pediste permiso a tu jefa, Marta, para ausentarte un par de horas de la redacción.

Aquel día nos conocimos en persona, por fin, después de haber intercambiado impresiones por las redes sociales. Recuerdo que explicamos cómo se estaban poniendo las cosas, feas, con el lento pero imparable avance de los islamistas más radicales en el norte de Siria. Tú explicabas la situación en los pequeños pueblos de Hama, aquellos tan lejanos a la seguridad de la frontera turca. Aquellos pueblos a los que casi ningún periodista se aventuraba, prefiriendo, como yo, la más accesible zona de Alepo.

Porque tu ibas más lejos, Marc, casi siempre en solitario. Sin la confianza que da adentrarse en una guerra acompañado de un grupo de colegas.

Unas semanas más tarde, me tocó presentar en Barcelona el libro que habíamos publicado unos cuantos compañeros periodistas sobre Siria con la intención de recaudar fondos para medicinas. Aquel día no te pedí que me acompañaras, y quizás por eso me sorprendió verte entre los pocos asistentes al acto. ¿Qué tenía que explicar yo sobre Siria que tú no supieras?.

En el turno de preguntas, Marc, cogiste el micrófono y soltaste un alegato que me dejó sin palabras y que bien explica tu calidad humana. Tú, con todos tus años de experiencia, alabaste el trabajo de los periodistas que, como yo y el resto de firmantes del libro, trabajamos de manera independiente y con pocos recursos en la guerra. Decías que para ti era muy fácil ir a cubrir un conflicto porque tenías el respaldo de un medio y la seguridad de una nómina a fin de mes, una seguridad que nosotros no tenemos. Mi admiración por ti, Marc, creció exponencialmente. 

Por ello te doy las gracias, pero también por convencer a los asistentes para comprar el libro. También por defenderme ante aquel señor de la izquierda que con sus falacias antiimperialistas estuvo a punto de reventar el acto. Porque tú, Marc, como casi todos los periodistas que conozco, solo has ido a Siria para relatar el sufrimiento de los civiles, que de alguna manera es también el tuyo, y no para hacer política.

Aquel día, después del acto, brindamos por nuestro oficio y deseamos una pronta solución al infierno que aun hoy viven los sirios. Yo te dije que, tal y como se estaban poniendo las cosas, seguramente no volvería. Tú callaste, pero sabías bien que tus pasos te volverían a llevar por aquellos pueblecitos de Hama, lejos de la seguridad de la frontera turca. Solo deseo que vuelvas pronto para contárnoslo.

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