Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

martes, 28 de octubre de 2014

En el nuevo viejo Egipto

En la pasada asamblea general de las Naciones Unidas, el presidente egipcio, Abd el Fatah el Sisi, dijo que "nuestro objetivo es construir un nuevo Egipto [...] Un estado que respete los derechos y las libertades, honore sus deberes, y asegure la coexistencia de sus ciudadanos sin exclusión ni discriminación". También recordó que todo ello se debía a las dos grandes revoluciones del pueblo egipcio, "una para acabar con la corrupción y el despotismo", y la otra para "rechazar la tiranía" de los Hermanos Musulmanes.

El problema reside en que los derechos y las libertades parecen cercenadas y el simple acto de protestar, que es el que al fin y al cabo llevó a Sisi a la presidencia, está prohibido. Egipto no permite ninguna muestra pública de oposición, como ha dejado claro el tribunal que ha encerrado tres años a 23 manifestantes por protestar, precisamente, contra la ley de protestas. Entre los sentenciados hay gente tan peligrosa como Sana Seif, hija de una conocida familia activista y editora de 'The Square' primer documental egipcio nominado a los premios Oscar, Yara Salam, activista y trabajadora pro derechos humanos, o Anno, un bailarín de danza contemporánea.


Hermano de Sana Seif es Alaa Abd el Fatah. Ambos son hijos de activistas e impulsores del alzamiento contra Mubarak de 2011. Alaa ha pasado por la cárcel con Mubarak de presidente, con la junta militar post revolución, con los hermanos musulmanes de Mohamed Morsi y con Sisi. De hecho, le sentenciaron a 15 años por manifestarse (en una protesta previa a la de la detención de su hermana Sanaa) pero le soltaron bajo fianza justo antes de la asamblea general de las Naciones Unidas en lo que muchos interpretaron como un gesto de buena voluntad del presidente Sisi ante las presiones estadounidenses en pro de las libertades civiles. Pues bien, Alaa y otros 23 manifestantes han vuelto a la cárcel.

Y es que Sisi y su gobierno han vuelto al viejo discurso del 'conmigo o contra mi', especialmente tras los dos atentados que causaron 33 muertos en el Sinaí.  Como ya había sucedido antes, la lucha contra el terrorismo lo justifica todo y, por eso, Sisi ha firmado un decreto presidencial que extiende el poder de control del ejército sobre la vida civil del país. Durante los dos próximos años, el ejército podrá enviar a los tribunales castrenses a civiles que atenten contra instalaciones claves del estado como carreteras, puentes, ferrocarriles, estaciones eléctricas... Hasta ahora, solo tenía el poder de hacerlo en ataques directos contra personal militar o sus instalaciones.

Por cierto, también podrá intervenir en casos de obstrucción de carreteras, es decir, manifestaciones.

No son estas las únicas amenazas que caen sobre los egipcios. Una nueva ley monitoreará de cerca las actividades y los fondos de las oenegés, poniéndolas contra las cuerdas. Además, una modificación del código penal prevé penas de cadena perpetua para aquellos que pongan en peligro el ambiguo "interés nacional" y reciban dinero del exterior.

La represión no termina ahí. La caza de brujas contra los hermanos musulmanes o todo aquél que se le parezca continúa (unos 40.000 arrestados desde el golpe de estado). También los estudiantes y sus protestas son fuertemente reprimidos y la presencia de policía en los campus no se discute. Se acaba de saber que los estudiantes expulsados de las universidades no podrán matricularse en instituciones privadas, violando así el derecho a la educación.

Este es el nuevo viejo Egipto. Hijo, según repite el discurso oficial, de las dos revoluciones del gran pueblo egipcio. Una, en 2011, que acabó con la corrupción y el despotismo, y otra, en 2013, que rechazó la tiranía de los Hermanos Musulmanes. Este es el nuevo viejo Egipto democrático en el que, por supuesto, los medios de comunicación están ahí para vigilar de cerca al poder (ironía).

Ilustración de Karl Sharro, tuitero satírico libanés.






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