Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

jueves, 9 de octubre de 2014

Huelga de Hambre en Egipto.


Crónica publicada en Berria el 28 de Setiembre

El día que Mohamed Sultán cumplía un año detenido, Sarah Mohamed, pariente lejana, pensaba que tenía que hacer algo por él. Aquel día, 25 de agosto, la hermana y la madre del conocido activista Alaa Abd el Fatah anunciaron que se unían a la huelga de hambre que Alaa había iniciado semanas antes en su celda de la cárcel cairota de Tora. Sarah no se lo pensó y ella misma inició su huelga de hambre.

Pocos días después, Alaa, sentenciado a 15 años por acudir a una manifestación, fue puesto en libertad bajo fianza, pero las decenas de activistas que para entonces habían empezado su huelga de hambre no lo iban a dejar hasta que todos los presos fuesen liberados. “Lo hacemos para que (los presos) sientan nuestro apoyo, no es por Alaa o Mohamed”, asegura Sarah, dispuesta a seguir sin comer hasta que “la salud lo permita”.

Hace dos semanas, encontraron a Mohamed Sultán tirado en su celda, inconsciente y sangrando por la boca. Fue el primero en iniciar la huelga de hambre en las cárceles egipcias hace ya más de 240 días. Tras él, hasta 170 presos políticos se han sumado a la protesta, según Marwa Arafa, coordinadora de la campaña de apoyo a los presos 'Hemos tenido suficiente'. Sultán, egipcio-estadounidense, fue detenido en su casa poco después de la masacre de Rabaa el Adawiya de agosto de 2013, cuando las fuerzas de seguridad expulsaron violentamente una protesta de partidarios del depuesto presidente Mohamed Morsi, matando a más de 700 personas en un solo día. A quien iban a buscar cuando le detuvieron, por eso, no era a Mohamed, sino a su padre Ahmed Sultán, miembro de la cofradía.

En la sede que el partido político Pan y Libertad tiene en el centro del Cairo, cinco jóvenes han montado su improvisado campamento. Viven allí para apoyarse mútuamente, ya que están en huelga de hambre. Uno de ellos, Ahmad Mamdouh, estudiante de medicina en su sexto año, toma la presión y examina los niveles de glucosa en sangre de sus compañeros un par de veces al día para comprobar que todo vaya bien. “Por lo general, solo bebemos agua, té sin azúcar o manzanilla, pero a veces tomamos rehidratantes y suplementos vitamínicos V-12 para evitar daños graves”, cuenta Ahmad.

En realidad, la huelga de los más de 100 activistas que se han sumado a ella fuera de la cárcel es bastante laxa. Muchos, como Ahmed, se toman “días libres” para tratar de recuperar energías antes de comenzar otra vez. Otros, por parejas, hacen turnos de una semana y los más se suman simbólicamente por periodos de 24 o 48 horas. “No es una buena forma de protesta, tiene su riesgo, pero no podemos hacerlo en la calle, así que es una estrategia distinta”, dice Ahmed.

Además de solidaridad con los presos, la huelga de hambre egipcia es también una forma de pedir la abolición de la ley de protestas, que impide de facto cualquier manifestación de oposición al gobierno del ex general Abd el Fatah el Sisi. Bajo esa ley encerraron a Alaa abd el Fatah, que ha pasado por la cárcel en la época de Mubarak, en la del gobierno militar que siguió a la revolución, en la época de Mohamed Morsi y ahora con Sisi. También encerraron a la activista alejandrina Mahienour al Masry, quien, como Alaa, ha sido liberada recientemente tras una extraña decisión judicial. Muchos creen que la liberación de los dos activistas está relacionada con las presiones del secretario de estado estadounidense, John Kerry, quien hace unos días pidió públicamente la liberación del líder del movimiento revolucionario 6 de abril, Ahmed Maher, que también cumple condena en las cárceles egipcias.

Además del partido 'Pan y Libertad', donde Ahmed y sus colegas cumplen con la huelga, al menos otros 7 partidos de izquierdas han mostrado su apoyo a la campaña, incluido el del único rival de Sisi en las elecciones presidenciales de la primavera pasada, Hamdín Sabahi. Muchos sindicatos profesionales, como el de médicos, periodistas, ingenieros o abogados, también han sumado su apoyo a la campaña, ya que de una forma u otra se ven afectados por la ley de protesta.

Amer el Shura, del sindicato de médicos, justifica su apoyo por la detención en le último año de 270 profesionales médicos, de los cuales han sido liberados a fecha de hoy 66. “Hemos tenido numerosos avisos desde las cárceles de casos de infecciones y enfermedades variadas y hemos pedido al fiscal general visitar las cárceles para tratar a los presos, pero nos lo han denegado”, cuenta Amer, quien asegura que los presos no tienen acceso a la sanidad. “Por ley, nuestro sindicato es responsable de monitorear la sanidad pública, pero no tenemos acceso a instalaciones militares, del Ministerio del Interior ni cárceles”, asegura el galeno, quien se ha sumado a la huelga de hambre durante 24 horas.

Después de la ronda médica de Ahmed a sus colegas, el joven de 22 años coge sus bártulos y se dirige al sindicato de periodistas. En el lobby del majestuoso edificio, los informadores en huelga de hambre, 19 hasta la fecha, se reúnen unas horas al día para charlar y apoyarse unos a otros. Ahmed les toma la presión y les pincha en el dedo para medir la glucosa. Todo correcto. Omar el Naghy, un freelance en huelga dice que la ley también impide el trabajo de los informadores. “Va contra nuestros derechos democráticos”, dice mientras se fuma un cigarrillo. “Podemos dejar de comer, pero es muy difícil dejar de fumar”, explica Ahmed.

En una visita a los cinco huelguistas del partido Libertad y Justicia, posterior a la publicación de esta crónica, me comunicaron que romperían el ayuno con motivo de la fiesta del cordero. 

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