Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

martes, 7 de junio de 2011

Colaboración experimental

El que sigue es un artículo a cuatro manos entre Mohammad Saladino, egipcio licenciado en Hispánicas, y yo mismo sobre nuestra percepción de la concentración masiva que tuvo lugar en la Plaza Tahrir el pasado 27 de mayo. Los dos publicaremos un artículo quinzenal en la web Ethic sobre nuestra percepción de distintas materias. Si el lector es observador, podrá identificar con facilidad quién ha escrito qué:

La Plaza Tahrir sigue con su pulso

La plaza Tahrir de El Cairo celebró recientemente su “Segundo viernes de la ira” con una manifestación que exigía varias demandas al Gobierno de Esam Sharaf y al Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA). Los días anteriores a la protesta estuvieron marcados por las discrepancias entre las distintas fuerzas políticas en cuanto a la naturaleza de algunas reclamaciones, lo que provocó la ausencia de los Hermanos Musulmanes.

Por la mañana

Al entrar en la plaza, que estaba preparada para acoger a sus hijos revolucionarios, sentí el aire de libertad y esperanza todavía soplando en el ambiente. A primera hora todo parecía tranquilo, aunque se notaba una cierta preocupación. Era la primera vez que los revolucionarios nos dividíamos. Ya no nos unen las mismas demandas, aunque al mismo tiempo nuestras miradas cruzadas reflejan que compartimos algo importante: el amor por Egipto, un país donde el derecho a manifestarse fue un sueño durante el ‘mubaraquismo’. Ahora Tahrir, llena de entusiasmo, nos ha otorgado una nueva vida que disfrutamos.

Algunas caras reflejaban cansancio. Eran los voluntarios que desde la noche anterior se encargaron de proteger los accesos a la plaza, o mejor dicho, los accesos a nuestros derechos legítimos. Otros parecían ansiosos por leer el futuro. Todavía era temprano para saber si la manifestación iba a tener éxito. Es normal porque nunca se sabe cuanta gente se puede llegar a congregar antes de la oración de los viernes. Pese a que había signos claros de que la participación no iba a ser tan masiva como durante los días de la revolución, el viernes Tahrir recuperó gran parte de su espíritu inspirador.

Por la tarde

Paseo por Tahrir al atardecer, justo antes de que caiga el Sol. Corrillos de ciudadanos se reúnen en pequeños grupos para discutir sobre las necesidades del país mientras grupos de mujeres y niños hacen picnic en la glorieta central. Pese a que hay mucha gente, no es la gran multitud que me esperaba para el día de la “Segunda Revolución” y caminar por la plaza no resulta tan complicado como en concentraciones anteriores. Creo que la gente ha ido perdiendo fuerza poco a poco, no porque hayan dejado de creer ni querer su revolución, sino porque el tiempo acaba asentando las cosas y calmando a las gentes.

Esto me hace pensar en los momentos históricos que viven estos días las plazas de muchos pueblos españoles. La gente se lanzó a la calle con entusiasmo, acampó sin dudarlo para reclamar sus derechos, que sienten amenazados. El grito es el mismo en Tahrir que en la Puerta del Sol o en la Plaza de Cataluña, procede de un mismo sentimiento, aunque ha sido motivado por dos realidades totalmente distintas. El final de los 18 días de Tahrir fue la caída de un régimen, ¿cuál será el final de los días en las plazas? Ahí está la diferencia.

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