La Plaza Tahrir sigue con su pulso
La plaza Tahrir de El Cairo celebró recientemente su “Segundo viernes de la ira” con una manifestación que exigía varias demandas al Gobierno de Esam Sharaf y al Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA). Los días anteriores a la protesta estuvieron marcados por las discrepancias entre las distintas fuerzas políticas en cuanto a la naturaleza de algunas reclamaciones, lo que provocó la ausencia de los Hermanos Musulmanes.
Por la mañana
Al entrar en la plaza, que estaba preparada para acoger a sus hijos revolucionarios, sentí el aire de libertad y esperanza todavía soplando en el ambiente. A primera hora todo parecía tranquilo, aunque se notaba una cierta preocupación. Era la primera vez que los revolucionarios nos dividíamos. Ya no nos unen las mismas demandas, aunque al mismo tiempo nuestras miradas cruzadas reflejan que compartimos algo importante: el amor por Egipto, un país donde el derecho a manifestarse fue un sueño durante el ‘mubaraquismo’. Ahora Tahrir, llena de entusiasmo, nos ha otorgado una nueva vida que disfrutamos.

Por la tarde
Paseo por Tahrir al atardecer, justo antes de que caiga el Sol. Corrillos de ciudadanos se reúnen en pequeños grupos para discutir sobre las necesidades del país mientras grupos de mujeres y niños hacen picnic en la glorieta central. Pese a que hay mucha gente, no es la gran multitud que me esperaba para el día de la “Segunda Revolución” y caminar por la plaza no resulta tan complicado como en concentraciones anteriores. Creo que la gente ha ido perdiendo fuerza poco a poco, no porque hayan dejado de creer ni querer su revolución, sino porque el tiempo acaba asentando las cosas y calmando a las gentes.
Esto me hace pensar en los momentos históricos que viven estos días las plazas de muchos pueblos españoles. La gente se lanzó a la calle con entusiasmo, acampó sin dudarlo para reclamar sus derechos, que sienten amenazados. El grito es el mismo en Tahrir que en la Puerta del Sol o en la Plaza de Cataluña, procede de un mismo sentimiento, aunque ha sido motivado por dos realidades totalmente distintas. El final de los 18 días de Tahrir fue la caída de un régimen, ¿cuál será el final de los días en las plazas? Ahí está la diferencia.
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