Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

domingo, 9 de octubre de 2011

Beduinos

Reportaje publicado el 6 de octubre en el diario Berria. Un reportaje hecho con prisas y claramente descompensado, pero que ayuda a hacerse una idea sobre los beduinos.

Beduinos en peligro de extinción

Hoy es un día feliz para los egipcios. Y no lo es porque tal día como hoy del año 1973 su ejército lanzara un ataque por sorpresa a los israelíes y tomara el lado oriental del Canal de Suez, haciendo retroceder por primera vez al todopoderoso ejército hebreo. Lo es porque tal gesta convirtió el seis de octubre en festividad nacional y hoy no se trabaja y los niños no van a la escuela. Jornada de orgullo nacional y propaganda militar que poco importa a los beduinos, habitantes originales de la Península del Sinaí que Egipto había perdido a manos de Israel durante la guerra de los Seis Días de 1967 y que con aquel ataque pretendía recuperar.

A esas gentes del desierto nadie les preguntó si querían la frontera entre Egipto y Palestina (entonces se llamaba así), cuando los británicos la trazaron allá en 1906. Con aquella línea, los colonizadores separaron para siempre los destinos de las tribus que ocupaban las tierras del desierto del Neguev y las que habitaban el Sinaí. Algunas de estas tribus, incluso, quedaron divididas a lado y lado del trazo, como los Tarabin, los Azazma y los Ahaywat. Tampoco les preguntaron si les hacía ilusión pertenecer a Egipto, y ni mucho menos si les importaba ser israelíes después de la guerra que lo fundó en 1948. El 80% de los que moraban el Neguev acabaron de refugiados en Gaza, Jordania u otros países. "Cada tribu es un estado, pues posee tierras, ley y gente", afirma el jeque Ahmed Mohammad, uno de los cuatro de la tribu de los Jabaliya y, con 40 años, el más joven del Sinaí.

No eran ni son los del Sinaí y el Neguev unos beduinos al uso. Las características del territorio, yermo pero algo lluvioso y con montañas de picos nevados, permiten algunas cosechas. Además sus rebaños también eran ovinos, a diferencia de los grandes desiertos de Arabia o el Sahara, exclusivos del camello. Por ello estas gentes eran seminómadas y sus migraciones raramente superaban los 50km. Además sus tribus no eran ni son homogéneas, dependiendo de la zona ocupada, del número de miembros o la especialidad en la ley, único campo donde coinciden "todas las tribus del mundo", según el jeque Ahmed.

Ese modo de vida definido por la libertad empezó a cambiar con el advenimiento de Israel. Su existencia reforzó la seguridad de la frontera, hasta entonces poco efectiva en términos beduinos, y palabras cómo comercio se sustituyeron por contrabando. En un principio, Egipto tuvo olvidado el Sinaí y los beduinos no cambiaron demasiado sus costumbres, pero la ocupación israelí de 1967 'civilizó' la península. El comercio deja de generar ingresos, Israel construye carreteras y los beduinos empiezan a asentarse en éstas para buscar trabajo asalariado, reduciendo sus rebaños. Más allá de eso, no hay quejas en cuanto al trato y los israelíes prestan servicios, desarrollan la zona.

Después llega la guerra del 73, la del seis de octubre, también conocida cómo la del Yom Kippur: el día del ataque se celebraba la festividad judía del ayuno. Aquella guerra cambió las cosas, hizo ver a Israel que no era invulnerable, pese a superar la sorpresa inicial de los ejércitos sirio y egipcio y plantarse en contraataque más cerca que nunca de Damasco y El Cairo. Estados Unidos, en plena Guerra Fría, se implicó en la paz y todo acabó con la firma de Camp David en 1978. Egipto se convirtió en el primer país árabe en reconocer a Israel a cambio de recuperar el Sinaí (Siria no siguió el mismo camino con los Altos del Golán). Entre 1979 y 1982, Israel se retira del Sinaí y los beduinos vuelven a tener a su presidente en El Cairo, hasta hoy.

El Sur del Sinaí
Los Jabaliya llegaron a las montañas del sur del Sinaí en el siglo VI por orden del emperador Justiniano con el objetivo de proteger a los monjes del monasterio de Santa Catalina. Procedentes de Rumanía, otras tribus no les consideran auténticos beduinos, pese a ser los más antiguos de la península. "Beduino es el que vive en el desierto, y nosotros llevamos siglos, que digan lo que quieran", espeta Mohammad Jader, que trabaja en la Fundación para el Desarrollo del Sur del Sinaí y es miembro de los Jabaliya. Jader acaba de llegar de Nuweiba, donde ha presentado los papeles de las gentes que aún viven en el desierto para que puedan votar en las próximas elecciones.

Cuando se le pregunta por los problemas que sufren los beduinos de las montañas, Mohammad enumera la falta de trabajo, agua, educación y sanidad pública. "Las compañías que se instalan aquí traen a trabajadores del valle del Nilo y nos ignoran", se queja. De los Jabaliya, unos 3000 miembros viven en asentamientos urbanos y otros 4000 en el desierto. "Construyen complejos turísticos con piscinas y a la mayoría de nosotros nos falta agua", asegura el jeque Ahmed. Aproximadamente un 15% de la tribu vive del cultivo de la Marihuana: "Se ha intentado plantar tomates pero necesitan mucha agua y no dan dinero", explica Mohammad, resignado.

Um Gamila, de la tribu de los Muzayna, vive en una austera caseta de hormigón cerca de una de las carreteras de la zona, con otras siete familias. Necesita vender una de las cinco ovejas adultas que tiene como único sustento para operarse de un ojo, ya que no ve nada. Viuda, debe cuidar de sus vástagos pero es feliz "mientras no me mande nadie", dice haciendo valer el más importante de los valores beduinos: la libertad. Um Gamila no quiere televisión, "sólo las estrellas, las velas y la luna" y asegura que tiene "suficiente" con alimentar a sus hijos. Las diez ovejas que tienen comen cartón mezclado con pepinos viejos cuando no salen a buscar pastos. Um Gamila asegura que a su asentamiento "no ha venido nadie del gobierno a preguntar por nuestros problemas".

En la costa, los beduinos han quedado fuera del pastel del negocio turístico. Apenas unos pocos trabajan en Sharm el Sheij o Dahab, que reciben cada año millones de turistas atraídos por los excelentes corales de sus playas. Su parte se limita a recibir a grupos de turistas en excursiones organizadas para vivir 'la experiencia beduina'. Gamal Sultán, del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos Al Ahram explica que no trabajan en el turismo "porque no están cualificados". Defiende que "tienen una cultura maravillosa pero van demasiado por libre y les cuesta amoldarse a las leyes del estado".

Una de las zonas que ha resistido por ahora a los mega complejos turísticos es la de Nuweiba. Allí abundan los austeros campamentos a pie de playa que ofrecen cabañas y tranquilidad a bajo precio. Es una zona de mochileros e israelíes, que todavía acuden en masa durante las fiestas señaladas pese a las reticencias de su gobierno. Sharon pasaba en la zona de Bir Sweir una semana de vacaciones con su marido y sus hijas en agosto. "En Israel decimos que esta es la mejor parte de Israel", exclamaba.

Ayash, de los Tarabin, representa la otra cara de la moneda. Con 26 años, trabaja de guía del desierto y pasa su tiempo en uno de los campamentos de beduinos de la zona de Nuweiba. Dice estar "contento de ser egipcio", le gusta tratar con turistas y vive a gusto lejos del desierto. Pese a ello, no reniega de sus tradiciones y se queja de que el gobierno "no haga publicidad" de sus campamentos y quiera llevar a los turistas a Sharm el Sheij. "Antes nos daban licencias para llevar turistas 10 días al desierto y ahora sólo de una noche", lamenta.

El Norte conflictivo
Si el sur, pese a todo, es un lugar tranquilo, el norte del Sinaí se puede calificar de conflictivo. La ciudad de El-Arish, con 100.000 habitantes, es una mezcla de beduinos asimilados, palestinos y egipcios del Nilo. Promesas caídas en saco roto que el actual gobierno de transición ha vuelto a recuperar pretenden desarrollar la zona, foco de constante inestabilidad. Una nueva comisión recientemente creada para el Sinaí estudia cómo crear un gran centro urbano y miles de hectáreas agrícolas para poder atraer a gente de la masificada cuenca del Nilo y atajar así los problemas de seguridad.

Entre tanto, cada pocas semanas se atenta contra el conducto que lleva gas a Israel, se sigue llevando a cabo un lucrativo negocio en el contrabando a través de los túneles que conectan con Gaza y, en el centro, las mafias siguen traficando con drogas y personas a través de la frontera con Israel. Todo ello mancha la reputación de los beduinos, que una vez más se han visto privados de trabajo en las industrias y en la agricultura. "El problema es que la mayoría de su economía es ilegal", dice Gamal Sultán del centro Al Ahram, "su situación les permite escapar a la ley". Está por ver si los proyectos del gobierno tienen en cuenta a los beduinos. Para Sultán, "parece razonable" traer a gente del Nilo, pero el gobierno "tiene que hablar con los beduinos".

En Israel...
Los beduinos que no se fueron del Neguev en la primera guerra árabe-israelí (1948-49) son hoy unos 180.000. La política israelí, implacable, se basa en arrinconarlos en vigilados núcleos de población. Aproximadamente unos 90.000 viven en pueblos como Rahat, donde faltan infraestructuras y el paro se multiplica. Muchos allí se han construido haimas en el jardín y utilizan las casas de almacén. La otra mitad viven en lo que se llaman 'pueblos no reconocidos', que no salen en los mapas ni tienen agua ni electricidad. La gente vive en estos asentamientos esperando a ser transferida a pueblos de nueva creación.

Muchos de los beduinos israelíes han optado por asimilarse al estado que les gobierna y hacen el servicio militar. Éstos, más pragmáticos pese a ser tratados como ciudadanos de segunda por no ser judíos, gozan de mayor margen de maniobra y mayor tranquilidad que los palestinos o árabes israelíes del norte, cuyos derechos son más limitados. Lo que no gozan es de esperanzas de poder recuperar la libertad que caracteriza a las gentes del desierto, sin más amo que los dictados de la naturaleza. Está por ver cómo acabarán sus vecinos del Sinaí.

1 comentario:

  1. Un reportaje muy interesante! Como siempre los perjudicados nunca son preguntados de nada... Sigue informando. Un abrazo desde el Perú

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