Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

martes, 6 de noviembre de 2012

Historia de un rebelde

Primera historia que escribí durante mi estancia en Siria, en Al Bab. Publicada en Berria el 19 de octubre. 

Cuando Abu Khaled empuñó las armas en septiembre del año pasado, poco podía imaginar que acabaría dando vueltas por Siria huyendo de las autoridades, uniendose a batallones del ejército libre y privado de ver a sus hijos. Su historia, marcada por la tragedia, se asemeja a tantas otras en el país: empezó manifestandose pacíficamente hasta que pasó a la lucha armada. Ahora, su destino está marcado por el de su país. Si el ejército libre vence, será un ciudadano más. Si Bashar consigue imponer su fuerza, quién sabe en qué se convertirá su futuro.

Abu Khaled, que prefiere ocultar su verdadero nombre, tenía un par de tiendas de gafas en la ciudad de Homs. El negocio le iba bién y tenía empleados. Casado y padre de un niño de cuatro años y una niña de tres, a sus 28 años su vida era feliz y próspera... hasta que empezó la revolución. Durante los primeros seis meses, como tantos otros en su entorno, Abu Khaled acudió a las manifestaciones pacíficas contra el régimen, pero la represión y la muerte de varios de sus amigos le hicieron cambiar de idea.


"Llegó un momento en el que el ejército montó un puesto en mi barrio, así que decidimos montar un grupo para atacarlo", cuenta Abu Khaled. Eran siete amigos y compraron otras tantas metralletas, a razón de 300 dólares cada una, para atacar el puesto, que consiguieron tomar 15 días después. Pero no les duró mucho el éxito, pués a mediados de octubre, de los siete del grupo, cuatro murieron y tres fueron detenidos. "Nos torturaron en el cuello y los riñones. Uno de nosotros murió en detención", exlica Abu Khaled a quien liberaron dos semanas más tarde por unos 7.000 dólares.

La tortura dejó secuelas en el cuerpo de Abu Khaled, que no podía caminar. "Estuve dos meses en casa, pero no me recuperaba, así que tuve que gastar todo el dinero que me quedaba yendo a Libia seis meses para tratarme", explica mientras enseña las marcas de la tortura en la espalda. "Aún tengo problemas para correr", relata.

Regreso de un soldado
Consciente de que su situación era irreversible y de que pesaba sobre él una acusación de ayudar a terroristas, Abu Khaled decidió volver para luchar. Lo hizo el pasado mes de julio por las montañas que separan Turquía de la provincia costera de Latakia. Allí se unió a una brigada rebelde del grupo de tendencia islamista Ansar el Din, uno de tantos grupos rebeldes que actuan bajo el nombre común de Ejército Sirio Libre.

"Allí haciamos una guerra de guerrilla, bajando desde las montañas a los valles", dice, mientras cuantifica el número de operaciones exitosas en un 40%. "Para cada operación teníamos que caminar entre seis y nueve horas, así que llegabamos cansados. Además, el terreno era dificultoso", cuenta para justificar el, según él, bajo porcentaje de éxito militar. Su batallón contaba con 55 personas, entre soldados, médicos y retaguardia, y recibía dinero de "sirios de fuera del país".

Pero Abu Khaled no quedó contento con su brigada y, al saber que la batalla de Alepo se estaba recrudeciendo, decidió que quería participar en ella. Por ello, hace sólo 10 días, se acercó a la ciudad liberada de Al Bab, donde se unió a una de sus kativas (grupos de pocos insurgentes) para hacer incursiones en Alepo. En la última incursión, esta misma semana, Abu Khaled luchó en la zona de la ciudad vieja, donde los rebeldes intentan desde hace semanas tomar la posición estratégica de la ciudadela. Desde allí, en lo alto de una pequeña colina que domina la ciudad, el ejército regular castiga constantemente a la población con morteros, e impide a los rebeldes tomar el control de Alepo.

Abu Khaled descansa estos días en Al Bab con la intención de volver a la zona de Homs, su casa. "Ahora estoy luchando en Alepo, pero volveré a Homs. Da igual donde luche, cualquier lugar es mi país", relata. En su inconsciente subyace la idea de, "quizás", juntarse con su esposa y sus dos pequeños, a quienes no ve desde hace 10 meses, aunque sabe que será difícil, ya que su ciudad está tomada mayoritariamente por el ejército regular.

Secuelas de guerra
"No sé si he matado a alguien, aunque he disparado mucho", cuenta Abu Khaled, que nunca pierde la sonrisa. "De todos modos los soldados del régimen son el enemigo, así que hay que matarlos", prosigue. "Pero no creas que somos bestias", cuenta. "Una vez capturamos a cinco soldados y, al no encontrar pruebas de que hubieran matado a alguien, les enviamos a un centro de detención en Latakia", prosigue.
Abu Khaled está convencido de que el ejército libre ganará la guerra. De hecho, no cabe otra opción en su mente. De lo único de que se queja es de la desigualdad de condiciones en el campo de batalla. " La guerra durará seis meses más, pero si tuvieramos las mismas armas que ellos y, por ejemplo, una zona de exclusión aerea, acabaríamos en un mes", asegura.

Y después de la guerra, ¿qué? "Después de la guerra será un caos, pero los sirios somos educados y tenemos buen corazón, así que no habrá venganzas contra el enemigo", augura. De todos modos aún queda mucho para el después y el día a día en Siria no da tregua en esta guerra por la supervivencia. Los dos bandos saben que o ganan o se hará el desastre.

Abu Khaled asegura que no está cansado de esta guerra, más bien "al contrario". Desde fuera se le ve entero, animado y con ganas de vivir. No tiene una mala palabra ni un mal gesto y es de risa fácil. "Lucharé hasta el final", asegura este jóven, quien finalmente desvela el secreto para mantener el ánimo y la motivación para jugarse la vida día a día: "cuando veo la foto de mis hijos se me olvida todo, e incluso me pongo a llorar", confiesa.

Cuando finalmente decida volver a Homs, el camino de Abu Khaled estará lleno de trampas. Puede ser que las sortee y que todo acabe bien para él. Puede ser que caiga en alguna de ellas y se convierta en un mártir anónimo más en la larga lista de muertos que ha provocado el levantamiento sirio.

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